«El dolor de la pérdida»

lutoNo hay nada más difícil que despertar cada mañana recordando que quien tanto has amado ha muerto, que se ha ido para siempre. No sabes cómo enfrentar la soledad, no sabes qué pasará con tu vida, pues nunca te esperas que de la noche a la mañana puedas perder a quien tanto amas.

Luto por tu muerte, luto por tu marcha, luto por tu fallecimiento

“Éramos muy felices, nuestras charlas eran de grandes y pequeñas cosas, todo parecía tener importancia para ti, y así me lo transmitías. Tenías bondad para todo aquel que te necesitaba, hoy es muy triste saber que ya no estás. No sé cómo podré superar tu muerte, ni si podré lograrlo… Dicen que poco a poco se superan las etapas del luto, pero yo ahora sólo quiero llorar cuando te recuerdo.”

La experiencia que se vive tras la partida de alguien cercano y amado es algo muy complicado, y mucho más si no lo tenías previsto.

¿Pero quién es dueño de la vida? Sólo Dios.
Solamente Dios sabe el porqué de las cosas.

Lo primero que te pasa por la cabeza es no aceptar el hecho de que ha fallecido. Crees que es un sueño, que mañana despertarás con la buena noticia de que está ahí, al otro lado de la línea de teléfono, dispuesto a hablar contigo para que no te preocupes más…

Es especialmente desolador cuando alguien muere y no has tenido tiempo de abrazarle, tiempo de despedirte y de decirle cuánto le amabas. Pero gracias a Dios, sientes el consuelo de que aunque no se lo pudiste decir del modo que lo harías ahora, ya se sabía amado por ti. Sabes, que aunque pudiese pasar mucho tiempo sin saber el uno del otro, había un fuerte lazo de amor que te llevaba a presentirlo aún sin verlo.

Hay luto en mi corazón. Me cuesta aceptar tu muerte, quiero creer que es un sueño, que mañana despertaré y tú estarás aquí. ¿Por qué te fuiste tan pronto? No me diste tiempo a decirte todo cuanto te amé.

Después de aceptar que ya no está, que ha muerto, vienen las lágrimas ¡y muchas! El corazón se te cae a pedazos, no sabes cómo comenzar el día, cada vez es más fuerte el dolor y menor la comprensión de las personas que te rodean porque nadie puede entender que no importa lo vivido entre los dos, no hay consuelo posible.

Perder a un ser amado es muy duro, es casi cotidiano leer y escuchar sobre la muerte de otras personas, pero jamás piensa que un día llegue a ser algo tan cercano y personal. No hay un dolor más grande que el de perder a un ser amado, nada más duro que encontrarte llorando cada amanecer sin saber cómo detener las lágrimas. Tu pecho se oprime y los días se hacen cada vez más lentos y grises.

Pero los que somos cristianos sabemos que la muerte no es el último paso que daremos. Quien falleció está con nuestro Señor, y desde allí nos enviará toda su paz. Dios nos dará todo cuanto necesitemos, los que vivimos en el camino del Señor, sabemos y creemos en la vida eterna. Y esa es la esperanza que tenemos, que un día volveremos a verle y nuestro encuentro será mucho más lindo.

Hoy comprendo el dolor de la pérdida. Aún no logro aceptarlo, pero de a poco lograré caminar sabiendo que está sentado en la mesa del Señor, ¿qué gran privilegio, verdad?

Hoy sólo queda esperar que el tiempo haga lo suyo y traiga paz, porque mientras permanezca en nuestro corazón y mente, su marcha sólo habrá sido en cuerpo. Pues estará siempre en cada rosa del jardín, en cada copo de nieve que cae, en cada gota de lluvia que se pose sobre mí… siempre estará.

Cada vez que nombremos a esa persona seguro que estará mirando
y deseando que estemos bien, que no le lloremos,
pues estará en paz con Dios y mucho más con todos lo que amó…

Absorberemos el dolor pero también le daremos alas para que vuele en paz.

Dios nos cuide y de fuerzas ante la adversidad.

No dejemos escapar los momentos que Dios nos regala en la vida…

641996-640x512

Aprovecha las oportunidades
que la vida te da,
porque una vez las dejamos ir
y queremos remediarlo,
ya es demasiado tarde.

Muchas veces por no tomar riesgos dejamos pasar muchas cosas, entre ellas el amor, la familia, e incluso la iglesia; y todo porque ese día no nos apetece, porque tenemos pereza, o no tenemos tiempo…
Siempre existe una razón para dejar pasar las oportunidades que nos concede la vida:

Cuando conoces a una persona que te gusta, pero no lo dices, pensando y esperando que llegue un momento mejor para hablar con aquel ser… pero un día cualquiera te das cuenta que ya no está disponible, le has visto con otra persona y te enojas porque no eres tú quien pasea de su brazo, porque esa persona se ve feliz y tú no. Tuviste la oportunidad y la perdiste, no todas las cosas giran en nuestro torno, todo tiene su tiempo.

Cuando te ofrecen un trabajo pero no te gusta, es muy poco para ti o está lejos de tu casa. No lo piensas y lo dejas pasar, pero te está costando encontrar un trabajo para ti y tus hijos, o simplemente para que puedas vivir por tu cuenta, independientemente. Recorres días completos y nada, no encuentras trabajo; vuelves a lo que ya habías visto, pero la plaza laboral que antes te ofrecieron ya ha sido ocupada. ¿Por qué no lo tomaste? Desde ese trabajo podías haber ampliado tus horizontes y quizás con algo en las manos tendrías una mejor oportunidad para encontrar otras cosas, pero no, has dejado escapar la oportunidad.

Cuando no te sientes bien con algún familiar y te duele mucho que no te reconozcan en nada: Sientes poco cariño y aprecio por parte de la familia, y en tu orgullo dañado no eres capaz de ir y mostrar amor a quien te está tratando mal. No tienes fuerzas para pagar con bien el mal, ¿pero cómo vamos hacer eso? Sería denigrante. Y cuando por fin decides ir a ver tu familia, ya no puedes, ha pasado tanto tiempo que en vez de acercarse a ti se han alejado mucho más porque nunca estabas presente en los eventos importantes de la familia (fallecimientos, cumpleaños, aniversarios, fiestas, etc.) Ya es tarde, nadie está dispuesto a dejarse atropellar por ti, pues estás tan alto que difícilmente ves lo que está por debajo de ti. Has vuelto a dejar pasar la oportunidad de estar con tu familia y ser feliz con ellos.

Cuando tienes algo bueno ante tus ojos, y no la aprecias hasta que falta. Pasas y ves hermosas flores, el campo te muestra una gran variedad de cosas hermosas que son una bendición para los ojos, pero estás tan sumida en tus pensamientos, tan deprimida, tan amargada, que no te das cuenta de las maravillas que Dios te muestra. La próxima vez que vuelvas al campo las flores ya no estarán, los coloridos campos verdes se vuelve de un solo color, monótono y apagado porque llega el invierno; sólo verás soledad y tristezas en el paisaje y recordarás las veces que pasaste por allí sin pararte a respirar y disfrutar de tanta belleza que Dios había puesto ante tus ojos, has vuelto a dejar pasar la oportunidad.

Cuando tienes hijos, pero tiempo productivo con ellos. Te dedicas tanto tiempo a trabajar, a estar con las amistades, a salir de fiestas y disfrutar la vida, que cuando llegas a casa ya todos duermen, y casi no les ves. Cuando te das cuenta están tan grandes que ya no los puedes controlar. Te has perdido unos buenos años de crecimiento en los que el aprendizaje de los principios morales y de la buena conducta son muy importantes, pero se te escapó de las manos. Hoy tus hijos tienen vida propia y te critican todo el tiempo por no haber estado. Has vuelto a dejar escapar la oportunidad de ver a tus hijos moldeados a tu manera.

No dejemos escapar los momentos que Dios nos regala en la vida, toma tu tiempo para todo, piensa lo que harás en la vida, no dejes escapar las cosas de tus manos. Las oportunidades muchas veces se presentan una sola vez en la vida, y si no tienes la sabiduría de verlo lo habrás perdido todo.