El amor de Dios es lo máximo y no se diga su misericordia. Si tengo su amor y su misericordia, lo tengo TODO♡

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«El poder de tus palabras»

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Tus palabras tienen poder.
Con tus palabras influyes positiva o negativamente sobre la vida de quienes las escuchan.

Tú tienes el poder de influir de forma positiva sobre tus compañeros, familiares y pareja. El poder está en tus palabras.

Dicen que lo que siembras cosecharás… siembra palabras buenas y la cosecha será buena.

¿Sabías que tus palabras tienen “poder”?

El efecto de las palabras que pronuncias sobre ti misma y sobre las personas que te rodean es inmenso. Con ellas puedes levantar y derribar, puedes herir o sanar.Tus palabras me aníman. Con ellas puedes darle la vuelta a una situación o por el contrario, continuar caminando por un mismo camino.

Las palabras son como una semilla. Cada vez que pronuncias palabras de derrota, frustración, desánimo y debilidad estás plantando estas cosas, creyéndolas y alimentándolas. ¡Cosecharás lo que sembraste!

Empieza a sembrar palabras de cariño, fuerza, energía y victoria. Habla de ti como la persona que quieres ser y llegarás a serlo. Cuanto más lo digas, más lo creerás… Y si tú te lo crees, lo conseguirás.

No le digas a tu hijo (por muy tentada que estés a hacerlo): “eres un desastre”, “no llegarás a nada”, “eres un vago”… porque cuanto más se lo digas, más se lo creerá. Dale palabras de ánimo, dile: “eres inteligente”, “tú puedes hacerlo”, “yo sé que lo conseguirás”… Nuestros hijos necesitan escuchar palabras que les hagan fuertes y no palabras que los destruyan. Aunque hoy no veas la evidencia de que puedan mejorar, si tú no crees en ellos, nadie lo hará.

Lo mismo ocurre con nuestras parejas. Si no haces más que decir “todos los hombres son iguales”, tu hombre sabrá que no esperas mucho de ellos. Dile que crees en el amor verdadero y duradero, que es especial. Regálale palabras de apoyo y de confianza. Cuando le dices: “sé que podrás con ello”, lo levantas, lo animas. Tu confianza será su motivación.

Recuerda que a veces necesitarás un poco de imaginación y tenacidad para enfocarte en lo bueno y no alimentar lo malo. Pero cuanto más uses tus palabras para sacar a la luz las cosas hermosas que hay en ti y en los tuyos, más fácil te resultará. Las semillas envenenadas son fáciles de pronunciar, pero es complicado convivir con “el fruto” que sale de ellas. Las semillas de belleza, sin embargo, dan lugar a todo lo que siempre quisiste en tu vida. ¡Ve a por ello! ¡Utiliza tus palabras con sabiduría y comienza a ser más feliz!

En el camino aprendí….

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En el camino aprendí…que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver, ni que escuchar es oír.
ni lamentarse es sentir, ni acostumbrarse es querer…

En el camino aprendí, que andar solo no es soledad
que cobardía no es paz, ni ser feliz sonreír.
Y que peor que mentir, es silenciar la verdad.

En el camino aprendí, que puede un sueño de amor
abrirse como una flor, y como esa flor morir,
pero en su breve existir, ser todo aroma y color.

En el camino aprendí que la humildad no es sumisión
la humildad es ese Don que se suele confundir:

NO ES LO MISMO SER SERVICIAL, QUE SER UN BUEN SERVIDOR.

Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír, aún teniendo que llorar.

Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir…
Descansar acaso debes, pero nunca desistir.

CUANDO TODO ESTÉ PEOR…
MÁS DEBEMOS INSISTIR.

Sembremos con Alegria!

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Se que estas aqui Señor!

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Juan 14:1

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«Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.» Salmos 55:22

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