Regresa a casa
Jesús cuenta la historia de un joven que guiado por sus emociones pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía, para así poder disfrutar de su juventud y de su vida lejos de casa; quizás había oído de las muchas novedades y diversión que había en otros pueblos y de las cuales se estaba perdiendo.
Después de haber disfrutado y gastado su herencia, quedó sin una moneda en el bolsillo, sin alimento y sin un lugar donde pasar la noche, terminó en la calle.
Cuando quedó solo y sin nada más que perder, tuvo que hacer una decisión: quedarse a vivir como un mendigo o volver a casa y reconocer su falta.
Lucas 15:18 muestra la decisión que tomó este joven “Volveré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (NTV).
Los afanes de la vida y los problemas cotidianos pueden haberte consumido tanto que te han desviado del camino correcto y hoy te encuentras solo y sin nada que perder; quizás hayas pasado momentos divertidos lejos de Dios pero hoy sigues sintiendo ese vacío y dolor en tu corazón porque sabes que no estás en el lugar correcto, pero por vergüenza, cansancio o miedo no piensas en volver a casa.
¡Haz la decisión correcta! Y no te quedes viviendo como un huérfano cuando tienes un Padre que te está esperando con los brazos abiertos para darte aún más de lo que perdiste.
“Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó” Lucas 15:22 (NTV) Este versículo nos muestra a un padre que esperaba el regreso de su hijo, se mantuvo atento a su llegada y sobre todo demostró perdón con acciones, no le reclamó solamente lo amó.
Tus decisiones pueden haberte llevado muy lejos de casa y hoy te encuentras perdido, sin un lugar donde descansar y sentirte seguro, recuerda que tienes un lugar en la casa y en el corazón de Dios.
“Este es el tiempo de retornar a casa junto a tu Padre”



Estar en la luz de Jesucristo revela el favor de Dios en nuestro caminar diario.



El orgullo nos aleja de Dios, por lo tanto debemos recordar que fuimos creados por El y por lo tanto necesitamos de su ayuda. Hacer esto significa morir a un área de nuestra vida, para pasar de la necedad a la sabiduría de reconocer que necesitamos de Dios en nuestra vida.